Todos cargamos cada día con el peso de obligaciones, responsabilidades, que son inevitables y también, por qué no admitirlo, necesarias. El problema llega cuando nos dejamos engullir por esas rutinas, caemos en lo impersonal y transmitimos esta actitud a nuestros hij@s, haciéndoles renunciar a su inocencia, ilusión, creatividad y convencidos además, de que es por su bien.
Llevar una vida ordenada y en la que existan rutinas, es fundamental para el bienestar de pequeños y mayores, pero lo es más reservar una parcela de espacio y tiempo en nuestra ajetreada existencia para la espontaneidad, conocerse y mostrarse a uno mismo, cultivar las relaciones, las actividades físicas, creativas… que deberían formar parte de esos buenos hábitos que implican cuidar la salud emocional.
En la línea de esta reflexión, os dejamos el enlace al corto de animación Alike, que se llevó el premio Goya 2016.