Cada día aparecen noticias relacionadas con agresiones o abusos cometidos tanto a mujeres como a menores, generando cada vez una mayor alarma social. Ante esta situación, la gente se pregunta qué soluciones se pueden tomar para prevenir este tipo de casos.
Una de las medidas más eficaces de la prevención está en la educación desde la más temprana infancia, enseñando a valorar y respetar el propio cuerpo y el de los demás.
En este sentido, el primer paso sería conocer las partes del cuerpo, llamándolas por su nombre, explicando sus funciones, hablando con naturalidad.
Fomentar la autonomía de los niños en la higiene y el cuidado de su cuerpo, familiarizarse con él y ocuparse de sus necesidades lo antes posible.
Enseñarles a distinguir el ámbito público del privado y explicarles que hay funciones de nuestro cuerpo que pertenecen a la privacidad.
Es importante enseñarles a reconocer las sensaciones de su propio cuerpo, distinguir las que resultan agradables y desagradables, y en función de esto, expresar de una forma adecuada su rechazo, por ejemplo hay niños a quienes no les gusta que les hagan cosquillas, les aprieten las mejillas, les toquen el pelo… o que en un momento determinado no tienen ganas dar un beso, o de que les hagan una caricia…y como adultos debemos respetarlo, así tendrán la seguridad para negarse cuando algo les incomoda, además, decir “no” es compatible con demostrar respeto y educación hacia los demás, ésta sería la base del concepto de asertividad.
Es fundamental enseñarles a respetar los límites que los demás, tanto niños como adultos, ponen respecto al contacto físico en el juego, en muestras de afecto… explicándoles que la libertad de cada uno termina donde empieza la del otro.
Finalmente, todos los aspectos comentados anteriormente deben coexistir con un clima de confianza, que poco a poco construiremos con el niño, para que se sienta libre y seguro a la hora de hablar con nosotros sobre cualquier cuestión de su vida.