Durante estos días estamos soportando una terrible ola de calor, y según los expertos es probable que no sea la última del verano, debido al cambio climático y al calentamiento global, parece que ésta va a ser la tónica habitual en los próximos años.
A través de los medios de comunicación y los servicios de salud pública, se hace hincapié en cómo afectan las temperaturas extremas a nuestro cuerpo, la dificultad orgánica de mantener el balance hídrico y la regulación de temperatura, sobre todo a las personas más vulnerables: ancianos, niños… esta información suele centrarse en la protección de la salud física, sin embargo, cada vez hay más estudios que nos indican que estas olas de calor también tienen un efecto adverso sobre nuestra salud mental.
- Las temperaturas tan altas durante la noche producen una hiperexcitación cerebral, aumenta la ansiedad y nos cuesta más conciliar el sueño, no conseguimos un buen descanso y nuestro cuerpo no puede hacer las funciones de reparación propias del organismo, en concreto del cerebro.
- Rendimos menos, nos sentimos menos productivos, es un factor de estrés añadido y se acumula la frustración.
- Aumenta la irritabilidad
- Alteran los niveles de equilibrio de la serotonina y la dopamina, neurotransmisores relacionados con las emociones.
- Las neuronas no funcionan igual de bien a altas temperaturas, debido al sobresfuerzo del organismo, en concreto de zonas del cerebro, para adaptarse al calor, disminuyendo nuestra capacidad de concentración y memoria.
Algunos consejos que nos pueden ayudar a sobrellevar estos días de una forma más saludable:
- En la medida de lo posible, en nuestro trabajo, planificar aquellas tareas que requieren un esfuerzo de concentración y atención, o aquellas reuniones importantes, en un horario en el que podamos estar más “frescos”.
- Adaptar los periodos de trabajo continuado y descansos a las condiciones ambientales y a cómo éstas afectan a nuestro rendimiento.
- Si nos recomiendan evitar exponernos al sol en las horas centrales del día, deberíamos buscar actividades que podamos disfrutar en ese intervalo de tiempo cumpliendo con este requisito, por ejemplo lectura, juegos de mesa, hacer manualidades, ver una serie o película, visitar exposiciones o museos, aprovechar los eventos y espacios que pueda haber en el lugar en que vivimos y cuenten con sombra…
- Adaptar nuestras actividades a la situación climática, como la práctica del deporte.
- Procurar elegir el momento más adecuado para mantener conversaciones delicadas con las personas de nuestro entorno, teniendo en cuenta lo ya mencionado, que en algunos momentos del día nos encontraremos más cansados e irritables.
- Es positivo emplear cualquier herramienta que nos ayude a fomentar el equilibrio emocional, como por ejemplo practicar ejercicios de relajación y respiración profunda.
Todas las recomendaciones para el autocuidado de nuestra salud física, van a beneficiar también a nuestra salud mental: beber agua con frecuencia, evitar la exposición al sol en las horas de más calor…
Os animamos a que pongáis en práctica todo lo que consideréis que os pueda ayudar.
¡Disfrutad del verano!
Autoras/Psicólogas: Nazaret López Fernández y Mariana Rodríguez Groba
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